viernes, 23 de octubre de 2009

VOLAR

(ESCENA PARA PATO Y GORRIÓN)
Ribera del Manzanares. Madrid. Las ácidas y escasamente dulces aguas del río discurren dificultosamente entre los atascos de la circunvalación M-30. El sol casi no se adivina en un cielo encapotado de una gélida mañana invernal. Un pequeño gorrión se posa en una pequeña caseta de madera, casi suspendida en el agua, que la generosa corporación municipal ha instalado allí para cobijo de un grupo de patos.

- GORRIÓN. (Tiritando de frío) Buenos días, señor pato.
- PATO. (Ahuecando sus plumas en actitud tranquila) Hola majete. Cuando tiempo sin aparecer por aquí. Pensé que habrías emigrado hacia el sur.
- GORRIÓN. (Intentando ser didáctico) Que cosas dice usted, señor pato. Sabe usted de sobra que los gorriones no emigramos en invierno. Somos pájaros de ciudad. Una tribu urbana más.
- PATO. Eso debe de ser una cuestión genética. Nosotros, por más que lo intentemos, no conseguimos arraigar aquí. Entre las compuertas 3 y 4 pasamos toda nuestra vida.
- GORRIÓN. Pero aquí tenéis casa y todo. No está mal. Los patos sois propietarios. En cambio nosotros parecemos una especie de inquilinos mal avenidos. Casi cada noche tengo que buscarme un refugio diferente para dormir.
- PATO. Si quisieras podrías montar un nido en algún sitio agradable y con buenas vistas.
- GORRIÓN. No es tan fácil. La ciudad es un sitio muy peligroso. Incluso en las alturas hay muchos depredadores, empezando por los humanos.
- PATO. Yo echo de menos los espacios abiertos. El cielo azul y el agua limpia, las plantas y el mundo entero para descubrirlo.
- GORRIÓN. Parece usted un niño. Con lo bien que viven aquí. Seguros. Sin incertidumbres.
- PATO. No sólo de pan viven los patos.
- GORRIÓN. Ya quisieran los gorriones.

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