jueves, 29 de octubre de 2009

CORRUPTOS TODOS

Corrupción es un término muy usado últimamente por estos lares. Pero de tanto usar una cosa o término parece que este/a vaya perdiendo fuerza. Nos hemos acostumbrado a ella. En puridad corrupción significa la utilización por los gestores de una organización de sus funciones y medios en provecho económico propio. Los gestores son la nueva “clase corporativa” que se ha instalado en este minarete desde nos contemplan al resto de los mortales por encima del hombro. Eso sí, con nuestro estúpido consentimiento y abnegada complacencia.

Todo el mundo parece llevarse las manos a la cabeza ante tanta corruptela en el mundo político. Y es que lo público es doblemente sensible al vicio, abuso o soborno. En este ámbito, por lo menos nominalmente, puede deshacerse el entuerto por la vía de las urnas. Aunque esto, evidentemente, es una falacia. Los sistemas de los partidos políticos están formados por esa clase corporativa que a lo sumo lo que hace es cambiar los cromos y poner aquí lo que estaba allí. Y la alternativa es el mundo empresarial, totalmente imbricado en este corporativismo y en sus acciones. La economía, el afán de riquezas, parecer ser el único motor de una sociedad indolente en lo colectivo y ferozmente avariciosa en lo individual.

Y ahí es donde realmente radica la cuestión. La corrupción político-empresarial no es más que un fiel reflejo de una sociedad formada por potenciales sujetos corruptos que buscan incansablemente cualquier resquicio para tomar su parte. Todos somos parte de esta “grande bouffe” esperpéntica y suicida en que hemos convertido nuestro glorioso mundo desarrollado, que cerramos a cal y canto para que millones de desarrapados no puedan acceder al mismo (con idénticos fines) y quitarnos parte de nuestro pastel.

Todos somos corruptos porque consentimos, callamos y miramos para otra parte. Porque en el fondo desearíamos estar dentro. Estar en el ajo. Y si no lo estamos nos morimos de envidia. Alimentamos cotidianamente nuestro afán de poder y dinero con mezquinos actos de apropiación indebida y sabotaje. Pequeños actos que van conformándonos ontogénica y filogénicamente como los animales más imbéciles de la galaxia. Y eso es lo único que realmente somos. Animales.

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