miércoles, 28 de octubre de 2009

SI QUIERES SABER QUIÉN ES PEDRÍN?

Si quieres saber quién es Pedrín, dale un puestín. Esto es una verdad más grande que un templo. Acceder a puestos de mando parece ser que crea trastornos graves de personalidad. A nuestro alrededor todos conocemos variopintos casos que ilustran la cuestión. ¿Cuál será la causa? En primer lugar no suele haber una preparación previa. El ascenso llega de sopetón y todas las neuronas, en vertiginoso subidón, se agolpan en la parte superior del cerebro diezmando las funciones del resto de nuestro más preciado órgano. Luego llega la cuestión de la jerarquía. Ahora eres más que otros. El problema es que se confunde que este ser “más” se refiere únicamente a la situación en la organización, y no al mundo en general Se toma la parte por el todo (sinécdoque), sin necesidad de ser poeta, y se empieza a distorsionar la realidad. Las alucinaciones se presentan algo más tarde. Ya nada es suficiente. Porque yo lo valgo. Y el resto de la humanidad no es más que “morralla”. Todo lo que está alrededor no son más que impedimentos para seguir subiendo. Elementos contrarrevolucionarios que intentan boicotear un merecido e indiscutible camino hacia el éxito. La empatía, si es que se conoció alguna vez, ya no se reserva ni para los más allegados. Los únicos que pueden haber heredado esa fulgurante luz de sabiduría, poder, gracia, estilismo, belleza y armonía son los hijos. Los propios. De aquí viene la vertiente nepotista del jefecillo reproductor. La otra. La que no deja descendencia (o no la tiene tan en cuenta) es de tipo megalómana. Suele engendrar grandes hombres/mujeres que todos tienden a considerar grandes hijos de… Mientras, ni unos ni otros ya ni siquiera se acuerdan de quién les dio aquél primer puestín. Ni falta que les hace.

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