martes, 29 de septiembre de 2009

BANKOS

Banco siempre ha sido una palabra complicada del idioma español/castellano. Paradígma de la polisemia que tantos quebraderos de cabeza produce. Actualísimo vocablo. Sus vertientes financiera y pesquera se afianzan en el imaginario colectivo como ejes contrapuestos de poder y miseria. Pero no. No quería hablar ahora de estos bancos.

Paseando distraídamente por Madrid la otra tarde, me sorprendió el que de repente hubieran surgido bancos, bancos de los de sentarse, por todas las calles y plazas de la capital. Los bancos de siempre con dos tablones que parten en cuatro aquel sitio siempre dividido en dos. Pero también bancos de diseño de delgadas líneas o de rusticidad inexplicable. Incluso bancos individuales.

Pensé que después de un año tan pluvioso no sería tan raro que hubieran brotado nuevas especies urbanitas. Seguro que alguna mutación extraña había conseguido que los bancos se reprodujeran espontáneamente. Pero ¿Habría habido otras?

Pasé el resto de la tarde intentando descubrir alguna otra modificación en el habitual paisaje de la urbe, pero no encontré nada. Sólo bancos. Bancos por todas partes.

También podría tratarse de una epidemia. Si, podría ser eso. Todo eso de las vacas locas o la gripe porcina debía de haber afectado a los bancos y ahora crecían asilvestrados por doquier.

No sabía que hacer. A lo peor nadie se había dado cuenta y se trataba de una situación de emergencia nacional. Se necesitaría incluso al ejército para parar esta incontrolable proliferación. ¿Se habría extendido ya a las zonas rurales? ¿Sería capaz el ya maltratado ecosistema de asimilar esta nueva plaga?

No te agobies, me dije. Pare un momento a respirar profundamente y cerré los ojos. Los sonidos de la ciudad atravesaron mi cerebro y rápidamente se acomodaron a su propia familiaridad. No había nada raro en el ambiente. Abrí de nuevo los ojos y riadas de gente desembocaban como siempre en ninguna parte. La luz no contenía ningún elemento alucinógeno. Todo era normal. Lo único diferente es que ahora había muchos más bancos por la ciudad, y la gente se sentaba en ellos.

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