lunes, 9 de julio de 2007

MAHAGONNY

“Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny” es la ópera que puede verse estos días en el Matadero de Madrid. Es una obra de Bertolt Brecht con música de Kart Weill. Fantástica tanto la una como la otra. Obra total que diría Wagner. Trata, en líneas generales, del surgimiento de una ciudad en la América de los años veinte a partir de bases no muy productivas. Es un canto a la futilidad de una vida dónde el dinero es lo único que cuenta. Todo se compra y se vende. Nadie puede hacer nada por nadie, como se canta al final.
Uno de los problemas de acometer esta puesta en escena, como la de tantos otros de los llamados musicales, es la traducción. Se intenta poner en román paladino esas cosas que un alemán pensó en inglés. Y claro, chirría. Y sobre todo en las partes solistas o más descriptivas. Vamos, que no pega ni con cola. Los pobres cantantes tienen que intentar hacer encaje de bolillos para que aquello no suene a karaoke. Por algo no hemos visto todavía ninguna ópera seria traducida del italiano al español, inglés o serbocroata. Un par de canciones en el idioma original y, sobre todo, la parte coral salvan el asunto con meritoria holgura.
A estoy habría que añadir el haberse decantado por microfonar o amplificar electrónicamente toda la representación. Eso de no saber de dónde vienen las voces me parece que es uno los horrores más grandes que se puede uno encontrar en un teatro. En este caso es más hiriente todavía el encerrar a una orquesta de más de treinta músicos en una pecera de cristal (lo que visualmente queda muy bien) y tener que oír la música en directo por los altavoces (eso sí, de muy buena calidad). Soluciones todas estas que seguramente tienen que ver con el nuevo espacio elegido de las naves del matadero. Música, por otra parte, que simplemente me pareció estupenda y en profunda sincronía con la parte escénica.
La escenografía-vestuario-luces son magnificas. Un escenario longitudinal sobre una base rectangular hace que circulen con fluidez por el mismo más de 50 actores-cantantes. Por momentos se consigue una atmósfera realmente sugerente. Y todo apoyado en los típicos carteles brechtianos que ayudan a seguir la función y complementados con otros tecnológicamente más avanzados de videoproyección, así como por la voz profunda y penetrante, en off, de Santiago Ramos.
Se agradece, con algún pequeño pero, poder acceder a este tipo de obras que normalmente no están al alcance del público madrileño. De todas formas sugeriría al señor Mario Gas, que últimamente todo lo puede y abarca en el teatro madrileño, que intentara traer alguna opera de Brecht con las canciones originales.
El Matadero de Madrid quiere ser un nuevo espacio cultural multidisciplinar sufragado por el Ayuntamiento. Los antiguos terrenos y naves de los mataderos de carne se quieren reconvertir en el gran proyecto de un Madrid que no parece que brille por su iniciativa. Ya veremos, pero permitámonos como habitantes de esta ciudad dudar un tanto sobre el futuro de un lugar tan vasto como sugerente. Ojalá pueda convertirse en el espacio que Madrid necesita para los creadores jóvenes y nuevas tendencias/corrientes de una forma efectiva, y no acabe como un sarcófago más de eso que llamamos cultura.

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