Lo peor de la reiteración, de la repetición, de la moviola, no es que ya tengamos un conocimiento previo del asunto. Es mucho peor su gratuidad. Por lo menos las letanías religiosas tienen una función concreta, aunque sea proselitista o aleccionadora. Los inmutables mundos celestiales tienen poco que ver con el paisaje cambiante y dinámico de las grandes ciudades. Pero, aún así, estas tienen un afán de permanencia más allá de una mera generación de hombres/mujeres.
Esto, por supuesto, está superado. Pretender que una obra pública, de cemento u hormigón, ladrillos o adoquines, dure más allá de unos pocos años, meses o, a veces, días es una entelequia. En mi barrio, en cualquier barrio, en Madrid, en cualquier ciudad española, las obras se hacen para justificar que se gasta el dinero del contribuyente, para poder decir que se hacen cosas.
Una misma calle levantada tres o cuatro veces, después de quedar perfectamente acabada cada una de ellas, es modernidad. Lo antiguo, retrógrado, casi comunista, sería planificar las necesidades de los próximos meses, o años, y realizar varias actuaciones al mismo tiempo. Con esto, evidentemente, no se conseguiría nada. Si acaso el ahorro de algún milloncejo. O que los vecinos no tuvieran que soportar ruidos y suciedad durante una cantidad incierta de días. Menudencias.
Este mes toca la acometida del cable de fibra óptica para que todos podamos gastarnos el dinero en televisión digital, internet o teléfono. El mes pasado cambiaron totalmente el mobiliario urbano que ya había quedado obsoleto después de la moda churrigueresca de hace tres años. El anterior también hubo que excavar porque con tantas lluvias se rompió el colector y se hizo un socavón en la esquina. Antes de esto, por Navidad, cambiaron todas las aceras, nadie sabe por qué, para dejarlas exactamente igual que estaban.
Si una ciudad no gasta dinero no está viva. La de puestos de trabajo que se crean. La riqueza que se genera. Sin contar las subvenciones oficiales de la Unión Europea o de la Comunidad Autónoma. Lo que nunca he entendido es esa manía municipal de fomentar la limpieza. Si no ensuciamos a lo peor reducen plantilla en la contrata de barrenderos. O en la de basureros. Y lo pesados que se ponen los policías con que aparquemos bien los coches. De que van a vivir los de la grúa.
De verdad, hay cosas que no entiendo.
miércoles, 30 de septiembre de 2009
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